El tiempo no existe.
Eso es algo que todos sabemos cuando somos chicos.
Hasta que alguien nos enseña que "se hace tarde para".
Nos resistimos, pataleamos, pero finalmente, terminamos quedando atrapados en el reloj.
Algunos nos resistimos toda la vida al reloj y al calendario. Y llegamos tarde, inevitablemente, siempre.
Otros, aprenden a organizarse y transforman su vida en organigramas gigantes con cada actividad y cada hora planificada para obtener el máximo rendimiento.
Pero hay un momento en que el tiempo se rinde, inexorablemente, frente a la persona.
Un instante eterno en que el tiempo se sabe derrotado pero no perdido.
Son las... (no sé... no existe el tiempo...) El cielo ya está oscuro.
Sonrío.
Tal vez deje pasar el colectivo, sólo por quedarme ahí suspendida en su sonrisa.
No... es verdad... no existe el tiempo...
Él guarda el infinito en su mirada...
ROXANA LAURA RONQUILLO
Julio / Agosto 2013