De dos cosas estaba segura… No. De tres cosas: La primera: no volvería a mi antiguo y descuidado look sólo porque Fabio Alzamendi no aprobara éste. La segunda: los dos llevábamos una careta, podría decirse social o laboral, pero conocíamos la existencia de esa fachada y lo absolutamente personal que se escondía debajo de ella. La tercera: este hecho nos unía e igualaba en un secreto del que no hacía falta hablar.
Después de ese veintiuno de septiembre me propuse ignorarlo, pero con plan y estrategia. Despechada, herida, rechazada, mi primer objetivo era hacer que él se diera cuenta de su error: yo podía ser formal o informal, chica buena o rebelde, pero la belleza de lo interesante la llevaría siempre bajo cualquier “disfraz social”.
Ignorar con plan y estrategia genera un gran desgaste de energía, pero la recompensa es que en el otro engendra la necesidad de plan y estrategia para reconquistar “lo perdido”.
Él no tartamudeó jamás, pero un impulso desconocido lo transformó en alguien servicial, solícito y enteramente seductor.
Mi gran error fue evaluarlo desde mi óptica, interpretar su mirada desde mis ojos. Porque yo, extravertida, emotiva, inestable, afectuosa, no podía saber que todas estas características pudiera él utilizarlas para camuflarlas a su antojo y transformarse en la imagen que yo necesitaba ver.
Los hombres de este tipo (que ahora llamo T1000, por eso de cambiar de forma según la circunstancia, como el androide de “Terminator 2”), estudian de manera sutil, pero muy hábil el interior de los demás. Y se benefician con ese poder de… empatía… o conocimiento inconsciente de las necesidades y deseos más íntimos del otro.
Hubo oportunidades para descubrirlo, pero lamentablemente, sólo puedo justificarme con la vieja y conocida frase de que “vemos únicamente lo que queremos ver”. Cuando descorremos el velo, ha pasado tanta agua bajo el puente que no recordamos ni siquiera quiénes éramos, y nos alcanza una sensación de desconocimiento de uno mismo, de “falta de imagen en el espejo”, de ser un algo difuso y perteneciente a otro que, a la vez, genera deseos de alejarse, miedo y vergüenza.
El primer indicio fue un llamado. Una tal Sandra. Creí percibir que el rostro de Fabio se endureció cuando mencioné su nombre. Fue un gesto casi imperceptible que duró una fracción de segundo, tensar sus labios y palidecer… Después, nada, su sonrisa de siempre y un “pasame el llamado a mi oficina… si?”
Claro que no le di importancia porque conmigo se comportaba para ese entonces como el hombre más encantador del mundo.
(Continuará)
Roxana Laura Ronquillo
7 comentarios:
Ro:
Dentro de todo qué buenas que son esas historias de oficina, no? Ayudan a la diaria rutina.
Qué bien que a pesar de su comentario, no volviste al look anterior, capáz inclusive lo había hecho adrede a fin de ver tu reacción.
"Vemos únicamente lo que queremos ver" y "falta de imágen en el espejo", que buenas frases y qué reales.
Qué intriga! Quién será Sandra?
Me atrapa la historia.
Buen fin de semana.
Beso
Lady Baires
Oiga, no me va a dejar así sin conocer el resto.
Mire que para novelas con mi mujer vemos Valientes...
Un tema aparte: me gusta como escribe.
Saludos!
Lady Baires: Qué bueno que te guste la historia... tengo todo hilvanado en mi cabeza, pero estoy trabajando en la continuación...
Espero que la sigas.
Un beso y buena semana. Hasta pronto.
Carugo: Usted ve Valientes porque todavía no termino el guión del unitario que tengo pensado para TV... jajajaja (es verdad: "Diez de corazones" (diez historias de amor en tiempos de soledad)).
Además, soy "larguera" para escribir cuentos: si escribo todo junto no lo lee nadie, por eso voy por partes... ja ja ja.
Gracias, me hace feliz que le guste cómo escribo!
Un beso grande y hasta pronto.
Ro:
Claro que la sigo, tenés razón, por partes, mejor!
Beso
Lady Baires
como andas amigaza? asi que no era gay mmmm era un T1000? queee sigaaa nomas!
Luz: Era peoooorrrr que un T1000... Ja ja ja... Hay dos posteos más (el último mas laaarrrrgo).
Besos.
(Estoy tardando porque cerró el local donde trabajaba y ando buscando trabajo, pero bue... entre una cosa y otra, continuaré la historia...)
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