miércoles, 27 de noviembre de 2013

En su mirada...

El tiempo no existe. 
Eso es algo que todos sabemos cuando somos chicos. 
Hasta que alguien nos enseña que "se hace tarde para". 
Nos resistimos, pataleamos, pero finalmente, terminamos quedando atrapados en el reloj.
Algunos nos resistimos toda la vida al reloj y al calendario. Y llegamos tarde, inevitablemente, siempre.
Otros, aprenden a organizarse y transforman su vida en organigramas gigantes con cada actividad y cada hora planificada para obtener el máximo rendimiento.
Pero hay un momento en que el tiempo se rinde, inexorablemente, frente a la persona. 
Un instante eterno en que el tiempo se sabe derrotado pero no perdido. 

Son las... (no sé... no existe el tiempo...) El cielo ya está oscuro. 
Sonrío. 
Tal vez deje pasar el colectivo, sólo por quedarme ahí suspendida en su sonrisa. 
No... es verdad... no existe el tiempo... 
Él guarda el infinito en su mirada...



ROXANA LAURA RONQUILLO
Julio / Agosto  2013        

lunes, 7 de enero de 2013

LAS SOMBRAS DE LA ESQUINA



(FOTOGRAFÍA EMILIANO SOLER)


     Braian me lo había explicado un día, con esa facilidad suya para poner en dos palabras los asuntos complicados de abordar:
     -Cuando la calle te llama, es difícil decirle que no...

     María lo vio, intentó decirle algo, pero no sabía cómo. Braian esquivó la mirada, se enroscó la bufanda, se puso la capucha y se alejó despacio, con las manos en los bolsillos. Evitaba el conocido dolor con culpa que le venía cada vez que se iba, cada vez que abrazaba a su madre sin palabras, porque ella quería que no y él quería que sí...
     La calle lo llamaba con urgencia y él se dejaba guiar, necesitado de un rato de nada, de reírse o de hacer algo que le diera esa sensación de ser todo o ser nadie, o de importarle un carajo ser o no ser. Eso. No preguntarse. Cagarse de risa de la vida y sus miserias. Total, mañana la vida seguiría ahí, esperándolo otra vez.
     El mañana... el ahora... el tiempo es un espacio en blanco en la cabeza a veces...
     En ese espacio en blanco surgió la idea. Apareció un auto inalcanzable. Un viejo malestar, la necesidad de cobrarse por lo que nunca tuvo. Tener sólo con atreverse.
     El espacio en blanco se tiñó de pronto con las luces azules y el sonido de la sirena que los perseguía.
     Cuando Alan maniobró a toda velocidad para doblar y meterse en el barrio por la otra esquina, Braian advirtió el golpe del choque y el intento desesperado de su amigo por seguir. Recién en ese momento escuchó los tiros. Ni siquiera podía pensar. Si se agachaba para bajar del auto y corría, tal vez aún lograra entrar en el barrio... Abrió la puerta de su lado y los dos disparos lo golpearon como latigazos. La cabeza cayó blandamente sobre la calle, que lo recibió con sus brazos oscuros de tierra y de sombras. Ahí permaneció, ajeno al movimiento, dejando sus recuerdos y hasta su último aliento en esa calle que le absorbió la vida.

     Las doce. Una lluvia muy tenue. Los curiosos se fueron. La policía, la ambulancia, también. No queda nadie, sólo las veredas vacías. Una familia llora el cuerpo de Braian ya sin vida. Braian se queda. Se queda su alma, como una sombra en la vereda. Su alma... Una sombra de camperita con capucha que se va rumbo a la esquina a juntarse otra vez con los pibes...
     La lluvia lava la sangre de la calle. O la funde con el barro. Sangre y barro latiendo al unísono. Sí. Es una joda cuando la calle te llama...


Roxana Laura Ronquillo
(dedicada con amor al alma de los pibes que se llevó la calle...)