Tomas la varita mágica de crear
y pones en marcha el proceso.
Ahí están, todos los elementos,
mezclados y a tu alcance.
Agitas la varita.
Te asombras de la fuerza,
del baile poderoso de las aguas y el fuego,
de la vida y del rito
ocultos en el aire y en la tierra,
y también de tus posibilidades.
Dejas a un lado la varita mágica
para ponerle cuerpo a la creación.
Tus manos, tu cerebro, tu alma
formando parte del rito y de la vida.
El séptimo día, descansas
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