viernes, 28 de noviembre de 2008

Mariposa blanca


En homenaje al pueblo mapuche.

Para los vocablos mapuches que se encuentran en el relato, recurrí al libro "Cuentan los mapuches", edición de César A. Fernández, Biblioteca de la Cultura Argentina, Ed. Nuevo Siglo. Aquí los adelanto para simplificar la lectura:

Lemu: bosque, selva.
Puquem: invierno.
Pehuén: conífera que alcanza hasta 40 m. de altura cuyo fruto es el piñón, de gran importancia económica y religiosa en la cultura mapuche.
Machi: shaman, curador/a.
Huinka: denominación dada al "no mapuche".
Pillán: espíritu del volcán.
Fta Uaría: gran ciudad. En general se refiere a Buenos Aires.
Qülmen: orador.
Cultrún: tambor mapuche.
Tayül: canto sagrado entonado en los rezos.

Y ahora sí, MARIPOSA BLANCA:

Cuando Blanca nació, el invierno caía congelando el lemu. Rugían en el viento las voces de los pueblos del pasado y el cielo llovía escarcha sobre la Madre Tierra.
Según las creencias de la tribu, quien lograba sobrevivir a la crueldad del puquem crecería fuerte como el Pehuén.
La machi, la bruja, "la que sabe", hurgó en sus oscuros ojos de india espiando lo profundo de su alma...
- Mariposa Blanca -dijo- ése va a ser tu nombre...
Y sonrió dirigiéndose a quienes la rodeaban...
- Volará... y en sus alas elevará a su pueblo...
En el momento mismo de haber nacido ya llevaba consigo su destino marcado, y la mixtura de la sangre india de su madre con la sangre huinka y porfiada de su padre gringo, al que el misterio de la Cordillera había tragado.
Su infancia fue de tierra y fue de viento. Natualeza con pilares de troncos en un bosque sin muros.
En la delicadeza de su cuerpo encerraba la fuerza del pillán.
No era muy diferente de las demás infancias de curtida ternura e inocencia salvaje. Tan lejanas en tiempos y distancias, en cultura y costumbres a la Fta Uaría, la gran ciudad.
El día en que su madre dejó de respirar y fue a reunirse con sus antepasados, sintió crecer la curiosa urgencia de conocer el mundo de su padre.
Dejó atrás su niñez en el pesado viaje a Buenos Aires.
Lo que siguió fueron años difíciles. Años dedicados al estudio de las leyes de los blancos. De civilización de su franqueza tan díscola. De ayudar a su pueblo a defender su espacio ante el gobierno. Meter en la cabeza de su gente que aunque toda la Tierra es una sola alma, en la sociedad huinka tenía dueños. Hacer conocer al mundo con sus escasas armas de qülmen que en su idioma no existe el vocablo "propietario". Fusionó lo mejor de ambas culturas y consiguió el fallo en favor de la Reserva. Pagando con su etérea luminosidad que se opacaba entre las grises soledades de las altas paredes.
Las mariposas blancas son una rareza para quien no comprende la biodiversidad de la fauna del lemu. En la pesada jungla de cemento se intenta "domesticar" a cuanta especie diferente se cruza en el camino. El cuidado es encierro para quien nació rodeada por la crudeza del invierno en el corazón de un bosque.
Blanca se levantó de su cama y caminó descalza hasta la ventana.
La abrió y, por fin, respiró el aire fresco de la mañana acercándole el espíritu de su comunidad. Recordó a la machi con su sabiduría de la Tierra Salvaje. Su alma retumbaba al compás del cultrún. Entrecerró los ojos, estiró los brazos y entonó el tayül. Al finalizarlo, dirigió su mirada al cielo y, dando un suspiro, levantó vuelo...

Roxana Ronquillo

domingo, 16 de noviembre de 2008

Capítulo de "El diario de Marga" (novela en elaboración)


El adiós

Cuando me enteré del poco tiempo de vida que me quedaba, me desesperé... Tantas cosas tenía por hablar, tanto por arreglar, tanto aún por decir... Lo que siempre callamos esperando el momento oportuno... y el momento oportuno no existe. Se disipan las circunstancias y por cobardía, por temores reales o infundados, nos volvemos silencio, nos adentramos en un universo propio sintiendo que todo esfuerzo es inútil para que nos comprendan.
Tal vez no haya que “comprender”, sino “aceptar”, simplemente...
- Te voy a extrañar mucho...
- Yo también...
Es lo último que recuerdo de Fabián... El nudo en la garganta y tantas palabras ahogadas en el pecho... No hace falta, no, no digas nada... hay personas con las que no es necesario hablar. ¡Qué dolorosas son las despedidas...! Un abrazo. Un silencio. Un sentimiento compartido de “nunca más” y “siempre”. Unos ojos húmedos y la tristeza rondándonos el alma...
Qué difícil continuar camino, cuando el camino se bifurca y se pierde, se aleja como se alejan los futuros felices...
Adiós, ya está, no, no lo digas, te comprendo, no lo hagas más difícil todavía... El mismo peso, el mismo vacío, el mismo hueco donde antes existía un corazón que se voló, que se quedó en algún lugar, donde algún día anidó nuestra felicidad...
Una sola despedida. Adiós, Fabián. Después, vendrá la despedida al resto. En mi diario. Mi adiós al mundo. Y aquí, lo que les dejo... Les dejo a la Marga que nunca conocieron, que nunca quisieron conocer, porque les generó miedo, porque rompió barreras, porque el único error que cometió, fue haber amado tanto (a su manera).
Roxana Laura Ronquillo

lunes, 3 de noviembre de 2008

Mientras me abraces...


Hoy pinté estrellas

entre los recovecos de tu cuerpo dormido...


Y reservé un misterio inexplorado

en la naturaleza errante de mi sombra.


Mientras me abraces,

la muerte no alcanzará mis pasos.


Mientras me ames,

el grito desgarrante del olvido

sólo será silencio.


Roxana Laura Ronquillo