martes, 20 de diciembre de 2011


Sólo quedan las grietas de la nostalgia, abriendo cicatrices en las paredes, que pronto también caerán, rindiéndose a los golpes del martillo.
Mañana, todo será escombros del pasado, y esperar la promesa de la casa nueva, resistiendo el presente por un año, amontonados en las pequeñas casas amarillas, todas iguales, en fila, y sin pretensiones de destacarse...
La sociedad habla de vivienda digna. Y es verdad. Pero nadie conoce las historias, los corazones y las esperanzas que mañana o pasado se llevará, olvidadas para siempre, el camión de los escombros...

ROXANA LAURA RONQUILLO

El sonido monótono de las ruedas del tren sobre los rieles.
Las voces de la rutina murmurando ecos de trivialidades en los oídos de su esquizofrenia.
Se preguntó qué pasaría su un grito quebrara el cristal de lo obvio, lo de todos los días.
Ahogó su grito en la mudez de lo correcto y continuó observando, con la mirada absorta en las cosas que uno vive esperando y, sólo por capricho del destino, juegan a la escondida de la vida y jamás llegan...

ROXANA LAURA RONQUILLO

miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA TRAICIÓN


Sentí el abrazo y me fingí dormida sólo por continuar sintiendo tus brazos sobre mi piel, tu piel sobre mi espalda.
Y apreté con más fuerza mis párpados, y tu perfume se acunó en mi almohada, y tu sonrisa se bebió la lágrima que, sin querer, rodó por mi mejilla.
Te hiciste aire en el aire. Vos, que siempre dijiste que no creías en la muerte. Y yo, que tanto le escapaba, me quedé con tu ausencia, pensando una vez más que la muerte es una traición de la vida...

ROXANA LAURA RONQUILLO

lunes, 29 de agosto de 2011


Se silenció la calle.
Se silenció el camino.
Las sombras y las luces,
la postal y el destino,
el futuro y el viaje eterno
de la vida y la muerte
y la vida y la muerte
y la vida...

El grito desgarrado y silencioso,
resentimiento loco,
y la vieja impotencia desbordada
de la palabra ahogada
en la injusticia.

El conformismo absurdo, resignado...
La proliferación de los sobornos
para comprar tantas indignidades...
Y los ojos perdidos,
como se van perdiendo
al fin,
todas las vidas,
cayendo una tras otra
a algún abismo viejo,
a algún hueco del alma,
cuando se trata de esquivar los huecos
donde ya se olvidó que existía un alma.

Hay tanto por decir
muriéndose en el pecho,
cerrado como un puño en la garganta...
Porque aprendemos a callar...
De chicos,
y a los golpes
nos enseñaron el valor del silencio
y el riesgo que se esconde en la palabra...

Mirando desde arriba,
con zancos fabricados de poder y arrogancia
nos enseñaron la burla,
la piedad-lástima,
la no-ayuda de arrrojarnos las migas
del mantel
mientras, sentados a la mesa del progreso,
se jactan de saber la importancia
del pacto y el acuerdo...
nos muestran la grandeza
de estrecharse la mano
en lugar de meter una trompada,
y no importa si la mano está sucia
de corrupción, mentira,
y no importan sus ojos traidores y vacíos
con brillo cruel-plateado de navaja,
los bolsillos profundos
con regalos siniestros
que cobrarán más tarde -si hace falta-

Y ahí nos clavan sus ojos.
Y así mienten...
Te ofrecen dos opciones:
la muerte en el silencio nuevamente
o la cárcel
de la vida enlatada.

ROXANA LAURA RONQUILLO

viernes, 26 de agosto de 2011

SONETO IMPERFECTO A MI ESTUPIDEZ PERFECTA


Eterna estupidez, la mía...
Estupidez eterna y sin remedio
la de creer en la gente y la poesía
y creer en ser feliz sólo por serlo...

Estupidez porfiada que se olvida
de aquel dolor absurdo del tropiezo,
de los tiempos perdidos en la vida
tan sólo por creer, sólo por eso...

Estupidez ingenua, desbordada,
estupidez perfecta sin miras de progreso:
si no te mato hoy es porque sé

que luego de llorarte
y una vez enterrada
voy a sentir la falta de tu aliento...

ROXANA LAURA RONQUILLO

jueves, 14 de julio de 2011


(Lo que está en itálica es porque el principio y el final son del cuento "Huang Ti, la calavera, el caballo y el halcón". La consigna del taller era escribir el desarrollo, así que "lo del medio" (que está en letra común) es lo que yo escribí...

"Buscando a su amigo Tzu Kuei, perdido en el terrible desierto, Huang Ti halló una calavera. Dándole unos golpecitos con el cabo de su látigo le preguntó si era la de Tzu Kuei. No tuvo respuesta."

Tzu Kuei era un guerrero de la Verdad. En su cuerpo llevaba cargadas las marcas de sus luchas cotidianas. Callado. Observador. Recorría los mundos más distantes acompañado sólo por su caballo, un árabe blanco de buen porte, y un halcón que encontró lastimado en medio de las sierras y al que adoptó. O tal vez se adoptaron mutuamente al identificarse uno en el otro. Un halcón malherido y huraño aceptando su destino, caído en el medio de la soledad de las montañas. Un halcón que, al igual que Tzu Kuei, jamás se daría por vencido.
Huang Ti los conoció cerca del río Ah Vion.
Sus caminos se cruzaron y recorrieron juntos un buen trecho antes de separarse. Tzu Kuei había sido un gran maestro. Huang Ti, un alumno rebelde que cada cierto tiempo se alejaba, enojado, cuando quedaba al descubierto una verdad que no estaba dispuesto a aceptar fácilmente. Y volvía, silencioso, mientras Tzu Kuei le repetía que las Verdades sólo pueden ser aceptadas cuando uno está preparado; que ningún ciclo podía forzarse; y que se quedara ahí, necio o no, con sus razones, hasta que lograra comprender.
Los dos supieron que debían despedirse porque sus caminos continuaban por separado. Huang Ti sentía un gran peso en el alma, pero mucho antes (su maestro siempre lo sabía mucho antes), casi al descuido, en medio de una simple conversación sobre pesca, su amigo habló de la importancia de cerrar puertas sin atarse a nada. Uno nace solo y muere solo. Y la mayor parte del camino la recorre consigo mismo. El resto, amor, acompañamiento, aprendizaje, ayuda, decorado o confusión, depende, le había dicho. Y así se iba, fiel a sus convicciones y sin sufrir el apego a las cosas mundanas.
Durante un tiempo que no supo medir, que transcurría tranquilamente un día sobre otro, Huang Ti aprendió a Ver. No podía describir cómo, de qué manera ocurrió la transformación, pero ahora realmente Veía.
Tenía que compartir esto con Tzu Kuei. Debía contarle. Estaba realmente feliz. ¿Sería eso cercano a alcanzar la iluminación? ¿O esra únicamente un pequeño paso? Imaginó a su maestro regañándolo por perder la humildad, por permitir que un simple descubrimiento lo obnubilara al punto de creerse iluminado. Sonrió. Seguramente, sólo era un avance pequeño, pero para él significaba un gran avance. Debía encontrarlo. Tenía que compartirlo con Tzu Kuei.
Ya "Veía". No era esto ni bueno ni malo. Era y punto.
Buscó un lugar para meditar. Vio el caballo de su maestro galopando a través de los vientos del desierto. Vio a su halcón sobrevolando cielos tormentosos. Y también vio a la Sombra. A la Sombra acechando, a la espera. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. El encuentro con su maestro de pronto tomó carácter de urgente. Ya no para contarle del Descubrimiento, sino para advertirle de la Sombra. ¿Sería una o muchas? Las Sombras no suelen moverse solas. Andarían por ahí otras oscuridades complementarias.
Viajó lo más rápidamente que pudo. Se dejó guiar por la intuición. Marchó hacia el desierto.
Pero algo estaba mal. Algo lo molestaba. Casi se había privado del sueño y la comida por encontrar a Tzu Kuei.
Perdió la noción de tiempos, espacios y otros rostros humanos.
Percibió un movimiento y se volteó, listo para enfrentar a una Sombra. Detrás de un velo azul, los profundos ojos negros de una hermosísima mujer lo desarmaron. Huang Ti bajó los brazos. Su belleza lastimaba como la arena del desierto. Lastimaba los ojos y la piel. Un cuadro, un espejismo inalcanzable rodeado de nada. Huang Ti la siguió, seguro de que era una enviada a ayudarle. La siguió por los no-caminos del desierto. La siguió hasta olvidar por qué la seguía.
Al abrir los ojos, todo había desaparecido. Mujer, caballo, provisiones, ya nada quedaba a su alrededor más que viento y arena. Supo que moriría allí.
Supo, entonces, que en esta Tierra no había iluminados porque nadie era capaz de desterrar a la persona, al humano que no sabe ver más allá de lo que cree ver.
Supo que el hombre al borde del abismo del no-saber-qué-hacer, se aferra a una visión... Y cree que siempre una visión es una salvación.
Supo que las visiones y las mujeres hermosas también podían ser engaño y ceguera.
Supo que los amigos con buenas intenciones también se equivocaban y se perdían en el juego del engaño.
Supo que las Sombras ya habían alcanzado a su maestro.
Y, con su último aliento, supo que también lo habían alcanzado a él.

"Entonces, ya del otro lado de la vida, vio a su amigo Tzu Kuei montado en un caballo blanco y con un halcón de caza posado en el hombro que venía alegremente hacia él."
ROXANA LAURA RONQUILLO

sábado, 25 de junio de 2011

El Universo en un libro...



En el silencio de una página en blanco
juega escondidas un preludio al infinito.
Cada nada es un punto
del comienzo del mundo de una historia.
Una risa,
una lágrima,
el corazón tintero,
la mano autómata
siguiendo el rastro de un pensamiento-sueño...
Al final todo fluye
de la memoria
hacia el blanco de la página.

Nace una idea
y es como si naciera un universo nuevo
y es recrear la noche en la mañana
y es prestarle una voz y un personaje
a quien duerme callado,
a la espera de la varita mágica.

No importan los por qué...
Y aunque la hora de la cita cambia
los caminos se cruzan...
Alguien escribe, alguien lee...
Construido el puente, un algo se transforma...
Y se vuelve a creer en lo imposible,
la fantasía-locura,
la realidad perdida,
la lógica razón buscando otro camino,
aquel señalador de la niñez
oculto
donde ahora vemos la palabra exacta.

Cualquier motivo es válido...
Una vez liberada la flecha de la idea
ya nada la detiene...
Al encontrar el blanco
vuelve a ser arrojada...
Al encontrar el blanco
cambia certezas,
mata los paradigmas oxidados de las viejas creencias,
deja sabor a eternidad palpable,
a explicación posible,
entre lo inexplicable de las causas humanas...

ROXANA LAURA RONQUILLO

lunes, 6 de junio de 2011

Y entre el mar y la luna, sólo la soledad...


Tal vez fuera el invierno. O aquel frío dormido entre tus brazos.
Tal vez fueran las marcas ardientes de un verano que se llena de muerte cuando el presente devora los sueños del pasado.
Tal vez fuera que yo solamente encontraba respuestas en el interrogante de tus labios, y me comprendía a salvo en la isla perdida de tu cuerpo moreno… Y en el oleaje oscuro de aquel mar de tus ojos yo no sintiera miedo, sino el goce del misterio de una libertad rodeada de espuma y de sal.
Tal vez lo nuestro haya sido en el mismo minuto amanecer y ocaso. Yo jugando a Artemisa, protegiéndote. Vos, cazador alado, perdiéndote en el bosque de tus miedos. Yo, exigiéndote sin saberlo, que me llamaras “mía”. Vos, espectador inquieto de mis profundidades, mirando desde lejos, sin atreverte a anclar en una playa.
Tal vez fue demasiado para mi cobardía pedirme que me interne en el océano abierto sin nada a qué aferrarme, sin fronteras, sin límites, la libertad tan amplia, tan externa, tan sin otras libertades, sin reclamos.
Tal vez yo te esperaba, Andrómeda encadenada a la roca de mis cuestionamientos eternos. Tal vez, cuando llegaste, Perseo liberador, sólo me desataste y seguiste tu marcha en busca de nuevas soledades.
Y me dejaste libre, sin lazos y sin miedos, ideando caminos para volver a atarme a tus partidas.
Tal vez sea que ya sabés que viviré escapando de tu cuento de las mil y una noches, y ya sé que no vas a pedirme la intensidad vehemente de un regreso a lo nuestro. Al amor de quién sabe, algunas noches, y de toda una vida. Al amor de las siete maravillas en las tierras de nadie. A ese guerrero inquieto de arco y flecha que duerme en tu interior y que busca llegar a mi refugio. A la amazona que duerme dentro de mí, galopando tus distancias infinitas.
Hay cosas que no vuelven, que nunca más regresan… Y sin embargo, cómo quedan por siempre, para siempre, en un recuerdo…

ROXANA LAURA RONQUILLO

lunes, 21 de marzo de 2011

Donde las palabras mueren...


Entre las fábulas de un mundo perdido
lloran los ecos de la madrugada
donde la noche extraña la sombra de tus pasos,
donde esperan los días,
donde tu cuerpo es una luz difusa
y en el espacio de mi pentagrama
faltan las notas de tu voz serena,
tus manos en mi cuerpo de guitarra
rasgando soledades,
buscando melodías en silencios absurdos,
desafinando a tientas
el canto solitario de la lágrima,
escondida,
oculta en la canción infame,
en la mentira de la sonrisa hipócrita
del ya estoy bien que sólo es una farsa...

ROXANA LAURA RONQUILLO

jueves, 3 de febrero de 2011

Perderse...


Esa mañana no se encontró en el espejo.
No se asombró. Ya nada lo asombraba.
Caminó como siempre, hasta la esquina.
Se voló con el viento hacia aquellos lugares en donde no lastiman las voces del recuerdo.
Vagó por esas calles que de tan recorridas son parte de uno mismo y parte de los fantasmas que se fueron marchando mientras pasan los días...
Esa vereda donde se esconde el abrazo de la luna. El puente y el ocaso. Las sombras de la tarde. La sonrisa recién amanecida. Las frágiles cortinas de las gotas de lluvia.
Esa mañana no se encontró ni siquiera en el rumbo que siempre solía devolverlo a sí mismo...
Esa mañana... sólo pudo perderse.

ROXANA LAURA RONQUILLO

martes, 4 de enero de 2011

No te vayas sin darme un beso...



Besos. Más besos. Todo mi mundo se reduce al remolino de sus besos de despedida de los que nunca quisiera alejarme...
- Te amo... mucho - y es la primera vez que se lo escucho decir así...
- Yo también - y es la primera vez que soy yo la que dice "yo también"...
- Y yo más - ¿escuché bien? No importa. No importa si escuché bien. O si es mi imaginación o mi deseo del yo más.
No importa. Me quedará rondando durante días, durante noches... para aferrarme al recuerdo de lo que nunca será.

ROXANA LAURA RONQUILLO