viernes, 23 de enero de 2009

Son "de amores"

Días atrás conversábamos con mi pareja sobre amores pasados… sobre cómo uno llega a ser lo que es, también por lo que esos “amores” aportaron a nuestras vidas (aunque haya habido tristezas, llanto, decepciones o rabias)… Siempre hay, no obstante (y después de superada la crisis) algún recuerdo que nos arranca una sonrisa, y hasta podemos decir “esto fue gracias a…”.
Todos vivimos buscando “el gran amor”… Para llegar a él, a veces, debemos pasar por amores imposibles, amores desencontrados, amores traicioneros... y más. Pero nuestro primer pasito en este terreno, ese que queda grabado con una cuota de ternura, para siempre, en nuestro corazón, es el primer amor… ingenuo, idealizado, tal vez, el que nos arranca las primeras lágrimas…
En mi caso, y a quien le dedico este relato (“Galán”), y le agradezco la ilusión de mi primer amor… "el Rober” Homelanuc…

Cualquier semejanza con la realidad es, absolutamente, así como la recuerdo...

GALÁN

Hay un momento en que la vida se transforma en montaña rusa, en trapecio de circo, en vuelo… y vértigo… y sueños que buscan altura.
A los doce años las ventanillas del colectivo son, un día monotonía y rutina, y otro día, un escape hacia el ocaso. La realidad, capaz de ser moldeable como arcilla. La fantasía, posible, y… ¡tan cercana!
La música de Queen vuela, girando por mi habitación. Sale de los pequeños parlantes del radio grabador, aturde, retumba más allá de puertas y paredes. Mi voz la sigue con una mala fonética y peor entonación, pero con ganas. Aún respetaba como algo sagrado el horario de la cena, las rutinas y las obligaciones. A cambio, se respetaban mis gritos desaforados intentando seguir a Queen… “Otro muerde el polvo”, “Rapsodia bohemia”, “Amor de mi vida”, “We are the champions”…
La primavera y el verano otorgan más permisos con sus días largos y tibios.
Poco a poco, los chicos del barrio van asomándose, de a uno, se esperan en la puerta, caminan de un vereda a otra a medida que anochece…
Lili, de la casa de la esquina, con Adrián, su hermano. Carlitos, de mitad de cuadra. Claudio, de al lado de casa, el bonito. El otro Claudio, el “versero”, apodado así porque nunca sabíamos cuándo decía la verdad. Marcelo, el chaqueño. Laura, de enfrente, tratando de escapar de su hermana menor…
Yo la espero a Caro, mi prima, porque nuestras casas se comunican por un pasillo interno. Es regla: la primera en terminar de cenar espera a la otra y salimos juntas a la puerta.
Casi siempre, contamos historias de terror. El que más sabe es Marcelo, el chaqueño. Es morocho, narigón, no muy agraciado, pero con su tonadita diferente nos tiene a todos cautivados: en sus viajes al norte conoció, o escuchó, o supo, sobre la luz mala, la llorona, el duendecito silbador…
Claudio, el mentiroso, inventa: las palabras se le agolpan, le patinan, al final, nadie le cree nada y terminamos a las carcajadas (él, con cara de inocente, de “es verdad”, de “no sé de qué se ríen”).
Esa noche es distinta. No lo notan entre los adultos… Son “cosas de adolescentes”…
-Mañana viene mi primo, de Ciudadela… el Rober –dijo Lili el día anterior.
Mirada de reojo entre las chicas.
-Tiene trece años… Es re-lindo ¡van a ver! Se parece a Luis Miguel…
Nueva mirada silenciosa. Luis Miguel recién se lanzaba al mundo como cantante: voz aguda, letras románticas, cabello lacio cubriendo unos enooormes y expresivos ojos… Uno de los ídolos del momento.
Como siempre, los varones llegan corriendo, interrumpen, cambian de tema… La imagen del “primo lindo” queda flotando en el aire.
Pero… el “mañana” se transforma en “hoy”. La luna se asoma. La tarde va oscureciendo y llenándose de estrellas lentamente.
Caro entra en mi habitación como un huracán, con la cena a medio terminar y una sonrisa cómplice. Me apaga el grabador, me tironea de un brazo, bajamos murmurando, riendo, codeándonos.
Un “riiiing” más poderoso que un despertador nos “obliga” a salir en loca carrera atropellada para abrir.
Nuestros dos pares de ojos, más redondos que nunca (yo, como siempre, detrás, más vergonzosa) se preparan para conocer a la “nueva figura masculina”…
Y, de pronto, una sombra resbala, un grito dolorido corta el aire, una huída llorosa nos deja sin habla…
-Aaaaayyyyy, tía…, me “golpiééé”!
Sí. El galán (o galancito), el “Luis Miguel” de la zona oeste, cae, estrellándose la cabeza (no sabremos nunca si en la vereda o en el murito que separa mi casa de la de mi prima), y escapa, avergonzado…
Su prima, muerta de risa, nos da la explicación… y nuestra “mudez” momentánea se convierte en sonoras carcajadas.
Como dice el refrán, “un tropezón no es caída” (y no hay caída de la que uno no pueda levantarse)… Rober vuelve en unos minutos con la cabeza vendada y una mirada que fija extrañamente en mi mirada tímida. De verdad se parecía a Luis Miguel. O tal vez mi fantasía lo vio así. Después de la caída se convirtió en mi primer amor… al que nunca me animé a darle un beso…

ROXANA LAURA RONQUILLO


domingo, 18 de enero de 2009

Mi suegro es español. Tuvo una infancia difícil. A los 6 años quedó en España al cuidado de unas tías, y a los 16 vino (solo) a nuestro país, a reencontrarse con sus padres. Mi suegra es Argentina. Se casaron muy jóvenes y formaron una familia. La vida no les fue fácil. Pero lucharon (y luchan) para seguir hacia adelante...
¿Por qué cuento esto?
Cuando tuve la posibilidad de participar en el Certamen de Poesía organizado por el Centro Cultural Andalucía, de Buenos Aires, pensé... tengo que escribir sobre esto... Tantas veces hablamos alguna tarde de domingo sobre lo que se sentía, esas ganas de volver al país de origen, ese acento (en este caso español) que nunca se pierde ni con el paso de los años, esa nostalgia que permanece en el corazón y que nos lleva a pensar, como dice Antonio, mi suegro, que "cuando me muera, arrojen mis cenizas en alguna playa, que el océano me trajo y el océano me llevará de vuelta a mi tierra...", esa partecita de otro lugar que no conocemos, pero queda arraigada en hijos y nietos de inmigrantes por conocerla a través del corazón...
Mi suegro no es andaluz (licencia de escritora que me permití, porque uno de los requisitos del Certamen era que el poema fuera sobre Andalucía). No esperen encontrar en la poesía "palabras difíciles" ni rebusques literarios. Está escrito solamente desgranando sentimientos (en general, como escribo yo). Lo que sí tiene es una cierta musicalidad española, como forma de respeto y homenaje (y porque me gusta).
Y bueno, en el Concurso gané una segunda mención (El primer premio lo ganó mi papá, Héctor Ronquillo, ¡hija 'e tigre resulté!). Y me dije: para honrar a todos los inmigrantes, tengo que postearlo... Y ahí va...

El acento de mi España

España de mis amores
con tu tierra verde y alta,
y, entre el verde, los sinuosos
caminos de la esperanza...
Allá quedaste tan lejos
y en ti se quedó mi infancia
con sabor a fruta dulce,
a procesión, a esperanza,
a pies descalzos de niño
llevando a pastar las vacas.

¡Ay, corazón andaluz,
de recuerdos y nostalgias!

España, mi tierra dulce...
Hace tanto que besé
por última vez tus playas,
y me embarqué hacia otros rumbos,
me enamoré en otras aguas...
Hoy, mis hijos y mis nietos
te viven con mis palabras...
Reflejados en mis ojos
ven tus paisajes soleados,
de azul tu cielo y tus aguas,
de piedra gris el camino,
y de verdes pastizales
las laderas de montañas...

¡Ay, corazón andaluz,
de recuerdos y nostalgias!

Esta tierra me dio mucho,
mas nunca logró borrarme
el acento de mi España,
y nada puede evitar
que al son de las castañuelas
se me suelte alguna lágrima...

Si se adelanta la muerte,
yo le pido a quien me quiera
que eche a volar mis cenizas
por ahí, en alguna playa...
Y me deje descansando...
Yo sabré cómo llegar
por mares embravecidos
a los brazos de mi España.

jueves, 8 de enero de 2009

Seguir... hacia donde sea

La vida es un viaje...Sólo que, a veces... nos quedamos tanto tiempo detenidos!
Aún sin saber que estamos detenidos.
En el tiempo, en el espacio, en el crecimiento, en las despedidas, en los nuevos comienzos...
Tantas veces nos desviamos para no sufrir el dolor de alguna espera...
Tantas veces creemos que ya llegamos a destino...
Tantas veces queremos volver...
La vida es una sucesión de aciertos y errores, desvíos y vueltas... y cruces de caminos... y señales de todo tipo... Pero, indudablemente, son aciertos y errores y vueltas y señales y caminos propios que, como fuertes raíces, nos hacen crecer hacia lo que realmente somos...