miércoles, 21 de marzo de 2012

Cada ventana rota
es la huella del cristal destrozado
de una nueva esperanza.

Cada salto a la nada
es un salto al vacío
de tus propios abismos...
una caída
a los mismos miedos
de los que crees que escapas
escapando del mundo.

Cada vez que te vas, sonriendo
y orgulloso de tu huida,
sin que nadie te siga,
no te das cuenta
que la huida
es el peso en el alma
que te impide volar
a los cielos de paz que estás buscando.

Porque no voy a hablarte
hoy...
tal vez mañana...
Juntaré las palabras en mil poemas.
O las dejaré ahí,
desordenadas,
como las piezas de los rompecabezas
de tu infancia.

Porque seré una sombra
tras tus pasos,
con la esperanza
de que alcances la luz
cada vez que te encuentres en mi mirada.

Y podés escaparte, mientras tanto,
borrarme,
callar indiferente,
odiarme,
insultar hasta que no te queden más insultos guardados,
pensar que la felicidad
duerme en la evasión, o que no existe...

Pero no me pidas
a mí
que yo me escape,
te borre,
llene de indiferencia mis espacios...
Tal vez le dé unos golpes
a la bolsa de arena del pasado,
tal vez insulte
a mi puta estupidez humana...
Luego volveré al ruedo...
No soy de las que tiran la toalla.
Tu habilidad
es mi perseverancia.

Algún día
te cansarás de huir
y no encontrarte.

Yo voy a estar presente.
Porque soy una eterna convencida
de que jamás es tarde.

ROXANA LAURA RONQUILLO

2 comentarios:

gamar dijo...

¿Que sería de los poetas sin los sinsabores de la vida?
En que nuca es tarde, me gustaría estar convencido.
Beso

Roxana Laura Ronquillo dijo...

Hola GAMAR!!!
Yo pienso que, precisamente por ser poetas, por nadar entre los sinsabores de la vida y escribir sobre ellos, la esperanza de que nunca es tarde es lo que nos mantiene a flote...
Un abrazo gigante!!!!