martes, 17 de junio de 2025

La silenciada

Ella gritaba.

Desde el piso de abajo, gritaba

con toda su furia.

O todo su dolor, no sé.

Todos escuchábamos pero nadie se metía.

Lo que pasa en lo privado, puertas adentro, deja afuera al resto,

y el resto no debe intervenir.

De chicos nos habían enseñado eso

mientras EEUU ganaba la guerra fría

y el capitalismo se extendía por el mundo

como la respuesta a todas las preguntas.

El respeto por las decisiones privadas de las violencias cotidianas.

Por las libres elecciones de los sufrientes puertas adentro.

De las sociedades que proclaman el amor a través de las guerras.

Ella gritaba sola

puertas adentro.

Ella había aprendido a cerrar las ventanas 

para que nadie escuche.

A "no ventilar" intimidades.


Una noche, las luces no se encendieron.

Y desde el día siguiente no hubo más gritos.

El silencio, como la neblina,

nos impidió ver más allá de lo propio.


Un día, 

ella no estaba.

Nadie supo.

Nadie quiso saber.

Nadie intervino.

Las luces de su casa nunca más se encendieron.



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